miércoles, enero 04, 2006

Ella Tuvo un Fatal Destino

La mosca muerta estuvo en mi cama hasta su último día. La odié, jamás la quise. Ella, que se desplazaba como ninguna otra de su especie, me esperó en mi habitación por la noche y cuando encendí la luz la encontré allí. La ignoré y me acosté para dormir.
Me despertó por la mañana, cuando yo, enredado entre las sábanas, terminaba de soñar con extrañas imágenes. Sin embargo el que ella me despertara me repugnaba, me desesperaba... la odiaba.
No sabía que pronto vendría su fatal destino.
Esa mañana en que ella me despertó la abandoné y se quedó en mi habitación. Me dirigí a donde no recuerdo y allí me quedé por un tiempo. Al regresar entré a mi cuarto y la vi caer agónica sobre mi cama desordenada, envuelta en sábanas azules que me recordaron el oleaje del mar, y ella flotando sobre aquel.
Sus horas o minutos estaban contados. Moría sobre mi cama y nadie la iría a extrañar. No tenía familia ni nadie que la amara. Yo no la amaba y fenecía en mi cama...
Su último minuto llegó y con él vino su muerte. Tras una sacudida enérgica cayó al suelo, y sin pensarlo dos veces la pisé... Murió la mosca.